martes, 25 de marzo de 2008

Un San Valentín terrorífico, por Anahir de 5º B

Esta historia ocurrió el día de San Valentín. Una pareja de adolescentes de A Coruña, fueron a celebrar este día tan especial, sin saber lo que les iba a pasar. La chica se llamaba Sheila y el chico, Alberto.
Para el día de San Valentín, Alberto tenía preparado algo especial: llevaría a su novia al cine, después a cenar y a continuación a una discoteca privada que había en Santa Cristina. Alberto fue a buscar a Sheila. Al llegar le dio un beso, le tapó los ojos con una venda y le ayudó a subir al coche. Cuando iban de camino al cine, Sheila le preguntó:

-¿A dónde me llevas?

-No te lo puedo decir, es una sorpresa- le contestó Alberto, con voz suave.

A los pocos minutos llegaron al cine. Alberto le quitó la venda a Sheila. Sheila se asombró. Entraron en la sala. Se sentaron. Alberto había escogido una película romántica. Cuando acabó, salieron de la sala y se montaron en el coche. Iban en dirección al restaurante. Cuando acabaron de cenar, volvieron a subir al coche. En ese momento, al encenderlo, Sheila se dio cuenta de que quedaba poca gasolina. Entonces le dijo a Alberto:

-Cariño, queda muy poca gasolina.

-Ya lo sé, pero seguro que nos llega para ir a la discoteca y para volver- le afirmó Alberto con voz tranquila.

Se pusieron en marcha, pero a los pocos kilómetros pasó lo que temía Sheila, ¡se habían quedado sin gasolina!
Sheila miró con cara de enfado a Alberto y acto seguido exclamó:

-¡Ves, te lo dije. Tendrías que haber echado gasolina, pero como no me hiciste caso…!

-Lo siento, pensé que llegaría- dijo Alberto bajando la mirada.

-Bueno, pues ahora, vas a ir a buscar gasolina por no haberme hecho caso- le ordenó Sheila muy, muy enfadada.

-De acuerdo.

Alberto salió del coche. Sheila, mientras que esperaba a que volviese su novio, se puso a leer una revista que había comprado el día anterior. Cuando iba a empezar a leer la segunda página, volvió a la primera. En ella ponía que un loco asesino se había escapado de un manicomio y que andaba merodeando por la zona de Santa Cristina, ¡justo donde estaban ellos! Sheila estaba muy nerviosa. Unos minutos después de leer eso, <<¡¡PUM, PUM, PUM!!>> ¡Alguien estaba golpeando el techo del coche con algo redondo! Sheila dio un grito muy largo y a continuación miró por la ventana. El que estaba golpeando el techo era… ¡el loco asesino que se había escapado del manicomio! ¡Y en sus manos llevaba la cabeza de Alberto! ¡Le había cortado la cabeza! En esos momentos, Sheila salió del coche y empezó a correr, sin parar de gritar. Llegó a un bar y allí pidió ayuda.
Este acontecimiento hizo que Sheila se quedase traumatizada para toda la vida, por lo que la metieron en un centro especial. Allí tuvo la ayuda de muchos médicos.

FIN

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